El sábado 3 estuvimos practicando eso del aprendizaje, pero de una forma diferente. Se celebró en Valencia la I Jornada Clínica #FSR que organizaron 8 locos que sueñan en voz alta y saben pasar del debate a la acción. ¿Aprender en una jornada de fisioterapia? Sí, pero dejamos que los 200 asistentes aprendieran de técnicas, razonamiento clínico, entrevista, terapias y demás, y nosotros nos centramos en ver que pasaba allí dentro.
La primera duda surgía de inmediato: ¿200 personas en unas jornadas impulsadas por una organización diferente? Sin apoyo colegial, ni de ningún medio de comunicación, sólo con el poder de las redes sociales y del proyecto Fisioterapia sin Red, la Jornada consiguió que 200 personas se sentaran a las 9.30 de la mañana de un sábado en el Oceanográfico de Valencia. ¿Locura? no, aprendizaje y ganas de hacer las cosas de otra forma.
¿Y qué ofrecieron que era diferente? Quizás para entenderlo sea necesario contar cual era la metodología de la Jornada. Una vez realizada la inscripción, la organización facilitaba un código con el acceso al material teórico de los 4 ponentes (que una vez finalizada, ya está disponible en abierto) para que todos pudieran consultarlo y revisarlo antes del día D. ¿Y entonces? Muchos pensarían que ese día, el ponente subió a la tarima y soltó un rollo sobre fisioterapia o lo que fuera, o aún peor, sobre flores de bach y acupuntura. Pero no ocurrió eso.
Los 4 ponentes se enfrentaban a un paciente real, al que no conocían de nada. Y allí, en directo, preguntaban, miraban y hablaban con el paciente, y proponían un tratamiento, un abordaje o intervención concreto basado en lo que se incluía en la teoría inicial. 200 personas en silencio, viendo como Pepe, Iván Carlos y Julio se enfrentaban a una persona con sus preocupaciones, sus dolores, sus silencios y sus palabras. Lógicamente, cuando acababan, cualquier persona del público podía preguntar (y así lo hicieron) por la técnica, la entrevista, algún síntoma o lo que fuera.
En resumen, una prueba palpable de que es posible hacer las cosas de otra forma y, más aún, una prueba de que la inteligencia colectiva funciona, sin padrinos de ningún tipo. ¿Todo debe ser así? ¿Es la fórmula mágica? Por supuesto que no, pero es que la solución está en conseguir que congresos y jornadas sean más prácticos, más cercanos, y más reales, y no unas sesudas conferencias teóricas de conceptos ya conocidos. Lamentablemente, en estos tiempos, ir a un congreso no implica que se aprenda, y, de hecho, muchas veces el pasillo es el que más aporta.
Para saber más de las jornadas, podéis leer el post de Vicente Lozano, el de Blogfisio, el de Fisioactividad (dos posts) o el de Paloma. Una pena que algún medio de comunicación haya modificado ligeramente la noticia. Ahora a pensar en la próxima, ¿no?