Las claves para un embarazo saludable: ejercicio y alimentación

Durante el embarazo, el sedentarismo no solo afecta la salud de la madre, sino también la del feto, según revela un estudio realizado por un equipo de la Universitat de València y el Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). Este análisis forma parte del proyecto EVISAREN, centrado en el estudio del estilo de vida y salud en esta etapa y sus efectos en el recién nacido.

En el estudio mencionado, se identificó una prevalencia de sedentarismo del 31,1%, lo que resalta la necesidad de concienciar sobre la importancia de mantenerse activa durante. La actividad física adaptada a la rutina de la gestante no sólo reduce los riesgos mencionados, sino que también acelera la recuperación postparto y ayuda a mantener un peso adecuado, evitando el riesgo de sobrepeso y obesidad.

En este contexto, la consulta para control de peso en Valencia es importante, ya que el incremento de peso durante la gestación debe ser adecuado al índice de masa corporal pregestacional y el seguimiento desde la primera visita es esencial. Para una gestante con un índice de masa corporal normal, entre 20 y 24,9, se recomienda ganar entre 9 y 14 kilos; en caso de sobrepeso, entre 25 y 29,9, la recomendación es de seis a ocho kilos; y para una paciente obesa con un IMC mayor de 30, el aumento de peso no debe superar los seis kilos. 

Es fundamental resaltar que el ejercicio no solo beneficia a la gestante, sino también al feto, ya que favorece el desarrollo neurológico del bebé y reduce el riesgo de obesidad tanto al nacer como en la infancia.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la importancia del bienestar de las gestantes, recomendando la actividad física y una alimentación sana tanto durante el embarazo como en el postparto. La falta de ejercicio en la gestación se asocia con un mayor riesgo de desarrollar condiciones como diabetes gestacional, hipertensión gestacional, diabetes mellitus tipo 2, dolor lumbar y pélvico, además de aumentar el tiempo de parto y la probabilidad de cesárea. También se ha observado una relación entre el sedentarismo materno y diversas enfermedades cardiovasculares.

Desde Dietha, comentan: “Nuestro objetivo es dar respuestas y ofrecer un tratamiento dietético adaptado a las necesidades de la gestante y a las de tu bebé.”

El ejercicio regular mejora el gasto cardíaco, la fuerza muscular y la flexibilidad, contribuyendo a prevenir problemas como lumbalgias y la incontinencia urinaria. Además, se ha observado una disminución en la probabilidad de tener bebés macrosómicos (más grande que el promedio) y un aumento en la tasa de parto vaginal.

Sin embargo, es crucial adaptar el tipo de ejercicio según el estado de la embarazada y el feto, siempre con la supervisión de personal especializado. Es importante realizar una valoración adecuada y recibir asesoramiento antes de comenzar cualquier programa de ejercicio. Se recomienda un enfoque progresivo, incrementando la intensidad y frecuencia de forma gradual para mejorar el estado cardiorrespiratorio y la fuerza muscular.

La actividad física adaptada a la gestante, supervisada por profesionales de la salud, no solo beneficia la salud materna, sino que también contribuye al desarrollo saludable del feto. Con la concienciación y la promoción de estilos de vida activos, se pueden reducir los riesgos asociados al sedentarismo durante la gestación, mejorando así el bienestar general de las gestantes y sus bebés.

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