Qué pasa si hacemos crujir los huesos
Qué pasa si hacemos crujir los huesos
Mucha gente tiene ya implantado como un hábito el acto de estirar y contraer sus articulaciones.
Lo primero en lo que penamos cuando hablamos de hacer crujir nuestros huesos es en un sonido. Ese terrible «crack» que suena y que a tanta gente molesta. Siempre se ha dicho que el realizar este hábito con demasiada frecuencia podía provocar artritis a la larga o problemas en las articulaciones, pero ningún estudio lo ha demostrado hasta el momento. El sonido que se oye viene dado por unas burbujas que se forman entre las articulaciones. Entre nuestras articulaciones hay una sustancia llamada ‘líquido senovial’ que se encarga de lubricarlas para que hagan un movimiento correcto. Cuando esta lubricación se lleva a cabo (cuando crujimos los huesos por ejemplo) se genera un gas que forma unas burbujas, y son estas mismas burbujas al explotar las causantes del terrible «crack» que oímos. Para volver a hacer crujir los huesos se deben esperar al menos 20 minutos, para que el gas pueda volver a formarse.
Un estudio llevado a cabo por Donald L. Unger, ganador del Ig Nobel en el 2009, determinó que no hay diferencia entre tener este hábito de crujir los huesos y el no hacerlo. Durante 60 años, él mismo utilizó sus dos manos, una la hacía crujir con frecuencia y la otra nunca. Tras este tiempo, estudió ambas manos y no se apreció ni rastro de artritis. Otros estudios le han seguido y ninguno ha podido determinar que haya algún tipo de problema asociado a este hábito.
Así que, si alguna vez oís a alguien decir que ese hábito tan molesto puede causaros algún tipo de dolencia, tendréis argumentos para estar en desacuerdo. Lo único malo derivado de hacer crujir tus huesos es el ruido, que puede molestar a más de uno. De todos modos, aquí os dejamos un vídeo explicativo de lo que sucede cuando hacemos crujir nuestros huesos, en el que aparecen los elementos antes mencionados: