Pues sí, llegas a un hospital, hablas de innovación, o incluso de mejora, o más aún de humanizar el trato al paciente, o de seguridad, o de uso racional del medicamento, o de talleres para mejorar procesos, o de lo que sea… y la mitad de las caras son de «poker», es decir, de «¿quien es este marciano que ha venido aquí?». Incluso muchas veces, se tolera que se hagan las cosas mal, sabiendo que deberían hacerse de otra forma, pero la costumbre, el arraigo y el «siempre se hizo así» pesan más que el esfuerzo y la satisfacción del cambio.
Hay centros en los que la apuesta por una cultura diferente consigue que ciertas iniciativas no se vean como extrañas, y las quejas de los pacientes son regalos, las reuniones con profesionales de otras categorías lo habitual y el aprendizaje continuo una responsabilidad. Y no solo, en muchos centros como los descritos en el primer párrafo hay estupendos profesionales que se levantan cada día pensando como pueden hacerlo mejor.
¿Cuando cambiaremos? ¿O cuando acabarán con los que llegan pidiendo cambios? Dos frases para reflexionar:
«Cuando estos líderes innovadores intraemprendedores promueven con demasiada intensidad sus ideas y éstas comienzan a ser una amenaza para estos valores/comportamientos considerados importantes y son detectados por el olfato agudo de los defensores del pasado, suelen ser neutralizados»
Virginio Gallardo en el blog Supervivencia Directiva
«Autoridades, directivos y profesionales toleramos -miramos hacia otra parte- conductas y comportamientos moralmente inaceptables para la salud del sistema.»
Luis Angel Oteo en la revista e-Ras
Nota: la viñeta es del dibujante albano Medi Belortaja y la hemos visto en el post de Virginio Gallardo de su blog Supervivencia Directiva.
Salud con cosas